viernes, 17 de febrero de 2012

AYUNTAMIENTO A LA GREÑA

No hay peor cosa para una ciudad como tener un Ayuntamiento siempre a la greña, para que empiece a arder en conflictos internos por los cuatro costados. Y ese es el caso, en estos momentos, del Ayuntamiento oriolano.

Después de más de siete meses el equipo de gobierno ha tenido tiempo más que suficiente para haber levantado las alfombras, si es que las había o las hay. El ciudadano espera y exige que ya es hora de empezar a gobernar. Tanto afán por conseguir el poder municipal y estamos como al principio: un lamentable espectáculo de acusaciones mutuas que da la impresión de que lo que menos importa es el ciudadano.

Cabe preguntarse: ¿ qué será de las rencillas políticas actuales cuando pase un determinado tiempo ?.dMuchas cosas, apartadas con prisas por los acontecimientos que se suceden yacerán para siempre en olvido. Pero las equivocaciones notorias por falta de decisiones oportunas, en momentos decisivos, pesarán como una losa sobre los ciudadanos.

Tiene Orihuela, ahora mismo, una serie de cuestiones sobre el tapete que afectan a su desarrollo urbano y con gran incidencia en los aspectos económicos, sociales y culturales ,que siempre han de ir juntos. Y lógicamente todo este conglomerado de problemas nos afectan a todos.

Está claro que todas las ciudades necesitan, además de un compromiso social de sus ciudadanos, un compromiso de sus autoridades políticas. Como también, está claro, que mientras se pelea no se gobierna.

Sin entrar en protagonismos, celos, envidias, incertidumbres y otras disquisiciones, es cierto, que muchas veces a Orihuela sólo le ha quedado el triste recurso de lamentarse y no ha tenido el valor de exigir a sus políticos y hacerles saber, para qué se les dio el voto y la confianza para lo que por derecho le corresponde. Entre otras cosas, salvar a esta ciudad de la asfixia económica y social que la invade.

No quisiera ver a Orihuela como un templo en ruina donde ya algunos empiecen a pasar hambre. El futuro se hace con la tradición y la modernidad. Con la conservación de aquello que merece la pena y con las innovaciones que sean necesarias.

Claro que para iniciar ese camino los políticos deberían dedicarse a gestionar, ya de una vez, y a no coger los garrrotes a ver quien puede más. ¡ Basta ya de estar a la greña !-