martes, 22 de junio de 2010

MENOS CHISMORREO Y MÁS CULTURA

Con relación a los acontecimientos que continuamente se vienen dando durante los Plenos en el Ayuntamiento oriolano, alguien me preguntaba qué conclusión podría sacar de la actividad política en nuestra ciudad. Pregunta interesante, cuya respuesta daría cabida a varios artículos. Posiblemente, lo haga. Pero, siendo consciente de que ha habido de todo, como en botica, preferí contestar lo del negro del sermón: " Quién es capaz de tener la cabeza fría y los pies calientes ".

Me explicaré, según la oposición estamos al borde del caos, con un gobierno que no gobierna, con un grandísimo descontrol político y presupuestario, con una ciudad atrapada por el favoritismo y la exigencia de no pocos. Por otra parte, el equipo de gobierno manifiesta ampliamente sus logros, atendiendo al más exacto cumplimiento de su oferta electoral: urbanismo, sanidad, educación, deportes, seguridad ciudadana, bienestar social, medio ambiente y todo lo demás.

Ante este panorama, y ante afirmaciones tan contundentes, de una parte y otra, qué conclusiones puede sacar el ciudadano de a pie. Ese que se levanta antes de salir el sol para dirigirse a su trabajo y vuelve a su casa ya anochecido. Y sólo desea que su ciudad prospere y mejore su calidad de vida. Lo cierto es, que se está sembrando el desconcierto ciudadano. Suele decirse que no es buen generalizar, e incluso, que el descrédito indeterminado es la antesala de la negación de la democracia.

Sin embargo, a cada instante que pasa, según se van sumando nuevos episodios de la historia, de la triste historia, política de esta ciudad milenaria como es Orihuela. Me reafirmo en lo que dije hace tan solo unos días en un programa local de televisión: el deterioro en las relaciones personales entre una gran mayoría de los miembros de los distintos partidos políticos que componen la Corporación Municipal oriolana, existen viejas y profundas heridas, hacen imposible una correcta convivencia, donde la discrepancia política debería estar acompañada del mayor respeto y consideración personal.

Claro que hay comportamientos individuales ejemplares, aunque también los hay todo lo contrario. Pero aquí no se trata de analizar actuaciones personales y sí la de los partidos políticos, que son constitucionalmente vehículos de canalización de la voluntad popular. Y a la vista de los acontecimientos, centrándonos solo en lo institucionalmente representativo, no hay particularidades que valgan.

Es tal el cúmulo de cosas, que se podría pensar que en el " fragor de la batalla " no se dan cuenta que podrían " devorarse " entre sí, lo grave sería que entre dentellada y dentellada se merienden Orihuela. Eso, no es política, aunque digan que la política es así. Alguien dijo: " La política es el arte más noble, que tiene la misión de proclamar en el hombre la primacía de las virtudes de un pueblo ".

La realidad es que, tristemente, hasta ahora lo que se percibe es una fundamentalización de la vida política, en la que la descalificación personal se ha convertido en norma de actuación que enferma la buena convivencia. Es una pena que la vida política municipal se haya enturbiado.

Así las cosas, la madurez democrática está aún lejos. Toca empeñarse para llegar a ella pero, eso sí, por donde vamos llegamos. Por lo demás, querido amigo, sigo pensando en lo del " sermón del negro "

Por lo tanto, ¿ sería posible menos chismorreo y más cultura ?.

lunes, 14 de junio de 2010

LA CRISIS Y EL PAN CON ACEITE

Me encontraba, hace unos pocos días, en uno de esos centros comerciales, cuando una madre intentaba darle la merienda a una niña que no tendría más cuatro años. La niña despreciaba el jamón y se comía el pan impregnado de aceite.

Esto me hizo pensar que ante la crisis brutal que atravesamos y lo que le cuesta a las amas de casa llegar a final de mes, siguiendo el gusto de más de un niño, no estaría demás suprimir el jamón y quedarse con el pan y aceite. Es verdad, que los niños de hoy tienen el paladar estragado por una increible variedad de nuevos alimentos, en muchos casos, de dudosa elaboración.

Infinidad de niños empiezan a experimentar subidas de colesterol desde edades tempranas, según estiman los bromatólogos, del exceso de bollería con diferentes aditamentos de grasas perjudiciales, que consumen en abundancia.

En Orihuela, tierra de buen aceite y de mejor pan, un pan que tuvo fama de ser de los mejores que se hacían. En el siglo XVI, ya, el campo oriolano llegó a ser el mayor productor de trigo con buena calidad de todo el Reino, de ahí la frase: " Llueva o no llueva, todos los años trigo en Orihuela ".

Aunque en aquella época, todo hay que decirlo, el estraperlo ya estaba inventado, se aconsejaba que el trigo y el aceite se le comprara directamente a los agricultores, aparceros y arrendatarios, para evitar los precios abusivos que imponian los intermediarios que, previamente, habían acaparado el mercado.

Las meriendas con pan y aceite fueron las habituales de la chiquillería, además de que no se disponía de otra cosa, eran simples, baratas, sabrosas y nutritivas. Comidas hasta en la misma calle, a la vuelta de los niños de los colegios, antes de empezar a jugar. A algunos se les manchaba el pantalón, porque el bocadillo envuelto en un papel, a veces de periódico, guardado en el bolsillo traspasaba la tela del pantalón.

La ligera y grata acidez del aceite, a veces con sal y otras endulzada con azúcar, empapaban la miga del hoyo hecho en el canto del pan. ¡ Qué delicia !. Quien tuvo la feliz idea de mezclar el aceite con el pan, descubrió un manjar. Sobre todo, en Orihuela. Bien abastecida de buen pan amasado en aquellos hornos de " La Tahona ", " El Pañales ", " El Obispo ", " Ceferino ", " La tía Pepa " o " Ismael ", entre otros.

El aceite venía der las almazaras de La Murada, La Matanza o Barbarroja, buenas comarcas olivareras del campo oriolano. El pan con aceite fue entre nosotros, durante muchas generaciones, la mejor de las meriendas infantiles, incluso, en los tiempos difíciles cuando el aceite estaba racionado, y en las tiendas despachaban pequeñas cantidades, sacándolo de una especie de bomba pringosa manejada por una manivela.

La nueva " cultura " de algunos restaurantes les lleva a poner pastillitas de margarina o mantequilla, con lo bien que sienta un poquito de pan con aceite como entrante. Alguien me recordaba que en Orihuela, ante unas elecciones, uno de los candidatos ofrecía: · Votar por mí y comeréis pan blanco con aceite de almazara ".

Ciertamente, no hay que preocuparse de la crisis, ni de la hipoteca, ni del paro....ni de nada, siempre tendremos, al menos, el pan con aceite. ¡ Eso, creo !