El desbordamiento de lo acontecido hace tan sólo unos días, con el cerco e intervención policial del Ayuntamiento de Orihuela y la detención de tres concejales, puestos en libertad posteriormente, han convertido a nuestra ciudad, una vez más, en noticia de primera plana en todos los medios de comunicación locales, provinciales y nacionales. Al día de hoy, poco o nada se podría añadir a lo que todos y cada uno ya han dicho sobre este mal asunto, y eso, que está bajo secreto de sumario.
En sociedades reducidas como la de Orihuela, propia de una ciudad pequeña, ante la aparatosidad de la llegada de la policía al Consistorio oriolano, el consiguiente revuelo y estupor entre los empleados y el sobresalto de algún concejal, la noticia corrió como la pólvora y en pocos minutos, cientos de vecinos abarrotaron las calles próximas al Ayuntamiento, unos sorprendidos y otros que llegaban a toda prisa, pensaban que se estaba rodando una película.
Realmente, un auténtico bombazo con connotaciones políticas, que a los oriolanos nos tiene con el corazón en un puño. Ante el estruendo, y como no podía ser de otra manera, foros de discusión para todos los gustos. Juicios sumarísimos, condenatorios, aún sin saber exactamente el alcance de las presuntas implicaciones o presuntos delitos.
Otros, poniendo el grito en el cielo. Carnaza y circo a gusto del consumidor ( ver, sobre todo, medios de comunicación nacionales). Menos mal, que la alcaldesa Mónica Lorente ha dado la cara y los grupos de la oposición: PSOE, VERDES y CLR, muy acertadamente, han pedido prudencia y que dejen trabajar a la Justicia.
En casos como este y otros que ya han acontecido, en Orihuela no está resultando fácil desterrar aquella Oleza del pasado, que tan extraordinariamente describió Gabriel Miró, por el interés de mantenella y no enmendalla de unos, y por las indiferencia de otros.
Sin contar esa lacra social de auténticos trepas y distorsionadores que por su propia subsistencia serían capaces de vender su alma al diablo y, que en ocasiones tan complicadas y lamentables como las que nos ocupan, se dedican a adular las actitudes de unos y otros, para posteriormente, no dejar títere con cabeza que, innegablemente, ha creado una situación de locura política ciudadana. De ahí, el gran confusionismo ciudadano.
Lógicamente, al estar este mal asunto bajo secreto de sumario, todo son elucubraciones y cada uno campa a sus anchas. Lo cierto, es que este llamado Brugal tan dilatado en el tiempo, alguna vez le llegará su final, un referente dañino para la imagen de Orihuela que deseamos desaparezca cuanto antes. Por esta y otras razones, la ciudadanía reclama que la justicia acelere su procedimiento para evitar el desasosiego que, un dia sí y otro también, sienten los oriolanos.
Vivimos tiempos débiles, donde la mediocridad suele ser la antorcha de intereses poíticos o económicos. Las gentes sencillas y de bien, van por el mundo de buena fe, y no quieren vivir con la constante amenaza de asuntos judiciales para su pueblo, que se hacen eternos. Mejor sería aquello de: " Los malos tragos, cuanto antes mejor ".
Así pues, confiemos que pronto sea la justicia quien aclare estos penosos acontecimientos, para que Orihuela sea capaz de recuperar la buena imagen que desde siempre ha tenido.
Más nos vale.
lunes, 12 de julio de 2010
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