jueves, 20 de octubre de 2011

EL LEGADO

Con gran desencanto para los herederos del poeta oriolano Miguel Hernández, el Ayuntamiento de Elche ha dado por finalizado el convenio para que su legado siguiera en la ciudad ilicitana durante otros veinte años más.

Al parecer, diversas han sido las causas de la ruptura. Unos dicen que por falta de dinero en las arcas municipales. Otros, la falta de voluntad política del actual equipo de gobierno que lidera la alcaldesa Mercedes Alonso y los más, la total y absoluta ingratitud por este inesperado desahucio que pocos esperaban se produjera, después de más de veintisiete años de custodia.

Triste ironía cuando Miguel Hernández, en su extraordinaria obra y en su corta vida, nos legó el impresionante mensaje de que, frente a este mundo hipócrita y fatuo, se levanta el respeto, el esfuerzo y la solidaridad.

También, habría que recordar el estudio que realizó Ramón Sijé, titulado: " La decadencia de la Flauta y el reinado de los Fantasmas ", en el que a veces el sentimiento del individuo destroza la unidad de los hombres y mantiene una soberbia de realidad invidual.

Baste escuchar a gentes que nada tienen que ver con la política, pero sí con la cultura, para comprobar el hartazgo que produce a muchos ciudadanos este estercolero político en el que vivimos. Con las debidas excepciones, naturalmente.

Al fin y la postre, sería una satisfacción para muchos, comprobar que el posible sacrificio de la familia de Miguel Hernández y el esfuerzo del Ayuntamiento de Orihuela, consiguieran que el legado de nuestro inmortal poeta, vaya avanzando su figura y proyectando su obra al mundo entero desde la ciudad que le vio nacer.

Cuando acababa de escribir estas letras, pensé...¿ pasará lo mismo que con sus restos?.




A partir de ahora, se inicia un nuevo peregrinaje que, lamentablemente, podría ser a ninguna parte. Aunque de momento nadie puede aventurar su próximo destino por haber iniciado la familia el proceso de reclamación judicial. Creo que algunos estarían deseosos de ser los nuevos depositarios del legado. Pero habrá que esperar.

Claro que, como se dice siempre, " no hay mal que por bien no venga ". Como oriolano que soy, pienso que esta sería la hora de que Orihuela, corrigiendo errores anteriores, demostrara su sensibilidad por la memoria y obra de una persona que tanta nombradía y prestigio le ha dado a este pueblo nuestro.

Habría que tener una buena y sincera predisposición, al parecer la hay, al diálogo, verdadero y sin trampas. Un trato de generosidad y entendimiento económico en qyue fuera beneficioso para todos.

sábado, 15 de octubre de 2011

¡ AY...MI CIUDAD !

Hace algún tiempo que comenzó el otoño en nuestra torre de babel, en ese lugar donde muchos hablan y pocos se entienden. Donde prospera la confusión y el desorden mejor avenido. Sobre todo, en los múltiples púlpitos instalados en esta Orihuela del alma.

El otoño es un torpe invento climático en el que todos, o casi todos, nos dedicamos a practicar el jarabe del pico donde cada quisque larga o embrolla lo que le conviene, creándose un diálogo de sordos increíble. El resultado a la vista está.

Y sino, observemos ese circo político, de nunca acabar, que se da en los Plenos del Consistorio oriolano, para vergüenza y sonrojo de propios y extraños. Con lo cual, no hay cristo que lo comprenda y todos hechos el lío de mariasantísima. La culpa, naturalmente, es de este otoño insolente afincado en los oriolanos desde hace décadas.

A esas pequeñas cosas de lo cotidiano que se producen día a día, habría que prestarles la máxima atención. Orihuela es una ciudad preciosa, sin duda. Más preciosa aún, sino tuviera cacas de perro en ciertas calles, ¡ menudo panorama !. Asimismo, si los desagües no olieran tan mal. Si no hubieran tantos atascos, si fuéramos un poco más educados y sino hubiera tanto soplagaitas haciendo ruido a cualquier hora del día y de la noche.

Baste salir de compras o de paseo por el centro de nuestra ciudad para comprobar que el tráfico sigue siendo la cuenta pendiente. El grandísimo deterioro del mobiliario urbano y la cantidad de enseres domésticos, viejos y cochambrosos, que se dejan en la misma calle. Las autoridades municipales deberían aparcar sus confrontaciones y dedicar su tiempo para acabar con estos problemas tan molestos.

Quizás, seguro, habría que llevar a cabo una campaña de concienciación ciudadana, y sancionadora cuando correspondiera, y un compromiso serio de las concejalías implicadas para erradicar tan incívico comportamiento. Ojalá Orihuela sea capaz de recuperar la imagen que, en estos aspectos, siempre tuvo.

Aunque los hábitos de vida cambien, no por eso han de sufrirse los inconvenientes de los grandes núcleos urbanos, cuando contamos con una ciudad que ofrece todas las ventajas para gozar de una buena calidad de vida y, sobre todo, ofrecerla tal y como es a los visitantes que nos llegan a diario. Ya lo hemos dicho en muchas ocasiones, también tendremos que pensar en el reto que supone la distinción de Gran Ciudad.

Vuelvo al principio y repito que ya otoño y desde mi modestísimo medio ambiente del que soy propietario, tengo claro que mientras no se arregle definitivamente tal situación no se terminará de cumplir las expectativas que todos los oriolanos deseamos.

¿ Dejarán nuestros políticos de insultarse ?. ¡ Se dedicarán plenamente a las obligaciones que los ciudadanos les encomedaron ?. Si no fuera así, ¡ Ay....mi ciudad!.