sábado, 15 de octubre de 2011

¡ AY...MI CIUDAD !

Hace algún tiempo que comenzó el otoño en nuestra torre de babel, en ese lugar donde muchos hablan y pocos se entienden. Donde prospera la confusión y el desorden mejor avenido. Sobre todo, en los múltiples púlpitos instalados en esta Orihuela del alma.

El otoño es un torpe invento climático en el que todos, o casi todos, nos dedicamos a practicar el jarabe del pico donde cada quisque larga o embrolla lo que le conviene, creándose un diálogo de sordos increíble. El resultado a la vista está.

Y sino, observemos ese circo político, de nunca acabar, que se da en los Plenos del Consistorio oriolano, para vergüenza y sonrojo de propios y extraños. Con lo cual, no hay cristo que lo comprenda y todos hechos el lío de mariasantísima. La culpa, naturalmente, es de este otoño insolente afincado en los oriolanos desde hace décadas.

A esas pequeñas cosas de lo cotidiano que se producen día a día, habría que prestarles la máxima atención. Orihuela es una ciudad preciosa, sin duda. Más preciosa aún, sino tuviera cacas de perro en ciertas calles, ¡ menudo panorama !. Asimismo, si los desagües no olieran tan mal. Si no hubieran tantos atascos, si fuéramos un poco más educados y sino hubiera tanto soplagaitas haciendo ruido a cualquier hora del día y de la noche.

Baste salir de compras o de paseo por el centro de nuestra ciudad para comprobar que el tráfico sigue siendo la cuenta pendiente. El grandísimo deterioro del mobiliario urbano y la cantidad de enseres domésticos, viejos y cochambrosos, que se dejan en la misma calle. Las autoridades municipales deberían aparcar sus confrontaciones y dedicar su tiempo para acabar con estos problemas tan molestos.

Quizás, seguro, habría que llevar a cabo una campaña de concienciación ciudadana, y sancionadora cuando correspondiera, y un compromiso serio de las concejalías implicadas para erradicar tan incívico comportamiento. Ojalá Orihuela sea capaz de recuperar la imagen que, en estos aspectos, siempre tuvo.

Aunque los hábitos de vida cambien, no por eso han de sufrirse los inconvenientes de los grandes núcleos urbanos, cuando contamos con una ciudad que ofrece todas las ventajas para gozar de una buena calidad de vida y, sobre todo, ofrecerla tal y como es a los visitantes que nos llegan a diario. Ya lo hemos dicho en muchas ocasiones, también tendremos que pensar en el reto que supone la distinción de Gran Ciudad.

Vuelvo al principio y repito que ya otoño y desde mi modestísimo medio ambiente del que soy propietario, tengo claro que mientras no se arregle definitivamente tal situación no se terminará de cumplir las expectativas que todos los oriolanos deseamos.

¿ Dejarán nuestros políticos de insultarse ?. ¡ Se dedicarán plenamente a las obligaciones que los ciudadanos les encomedaron ?. Si no fuera así, ¡ Ay....mi ciudad!.

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