sábado, 1 de noviembre de 2008

FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS

En pleno otoño, con la gloria de Todos los Santos y con el recuerdo de nuestros difuntos, nos transmiten sentimientos íntimos de paz y de confianza. Estas conmemoraciones, además del sentimiento religioso y personal que llevan consigo, hacen que nuestros antepasados se rejuvenezcan en la memoria. Los incorporamos más a nosotros sabiendo que hace mucho tiempo que han sido el espejo de todos. Gregorio Marañón decia: " Nadie más muerto que el olvidado ".

La Iglesia Católica cree que la festividad de Todos los Santos nace de la decisión del Papa Bonifacio IV, de consagrar el " Panteón de Agripa " al culto de la Vírgen de los Mártires. Es el Papa Gregorio III ( 731 - 741 ) el que cambió la fecha del 13 de Mayo al 1º de Noviembre. Una celebración donde cada año nuestros cementerios se llenan de flores.

El mes de Noviembre se considera el mes de los Difuntos. La Iglesia lo celebra el día 2 de Noviembre, un día después de Todos los Santos. El origen y el carácter universal de la festividad se atribuye a San Odilón, Abad de Cluny, hacia el año 998. Celebración de misas de requiem, que significa descanso. Creo que era Cicerón que decía algo así como: " la vida de los muertos está en la memoria de los vivos ".

Esta festividad es una mezcla de religiosidad y gastronomía autóctona, cuando las calles y plazas quedaban impregnadas del aroma de las calabazas y los boniatos que salían de los hornos. La gachas bien bañadas de arrope y calabazate que aquel vendedor transportaba en una burra, anunciando su llegada por toda la ciudad y que aún hoy, antesdeayer, tuve ocasión de degustarlas en el Bar Diego, exquisitas por cierto.

Mención especial merecen los extraordinarios " huesos de santo ". Un dulce que se viene elaborando desde hace siglos el dia de Todos los Santos. Su fama está extendida por toda la geografía española. El origen de esa exquisitez, al parecer, es madrileño y se cita en el libro de " Arte de Cocina " de Francisco Martínez Montiño, editado en 1611.

En Orihuela, cuna de la repotería conventual, durante estos días merece la pena acercarase a nuestras confiterías y pastelerías y al Convento de la Santísima Trinidad de las HH. Dominicas para comprobar la calidad de los" huesos de santo ", sin olvidar los tradicionales buñuelos de viento, rellenos de crema o chocolate, de la confitería de El Angel. Una auténtica gozada.

Solo hay una manera más límpia y más hermosa que la del recuerdo, de ratificar una inmortalidad, la de comprobar que algo no ha muerto porque sigue formando parte de nuestra vida. Amamos nuestras creencias y nuestras costumbres, como las de Orihuela que fue el corazón de medio mundo, cuando convivian en ella toas las razas y todas las religiones.

Cuando se encomendaba el respeto a la opinión ajena, la convivencia y la costumbre del diálogo y la diferencia entre religión y enemistad, cuando a través de los muros, generación tras generación, a los oriolanos se nos ha transmitido el mensaje sublime de que un pueblo no puede dejar de comprender, cuando expulsa a sus sabios y a los hijos que la aman, cuando apaga las luces de la inteligencia, cuando desoye la razón, está dando un portazo al libro de su historia.

No malgastemos nuestra herencia y respetemos el esfuerzo de nuestros antepasados difuntos. Y a todos, creyentes o no creyentes, siguiendo a Cicerón, les pediré que honren a sus difuntos manteniéndolos vivos en el recuerdo.

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