viernes, 18 de abril de 2008

AMARGURA COFRADE

Son muchos los matices que definen a nuestra Real Archicofradía de El Pilar y Real Cofradía de El Lavatorio, no en vano concurren en ella varios siglos de Historia. Muchísimos años en los que ha estado encendida la llama de la fe y devoción a nuestros amantísimos titulares y ha estado en todos los acontecimientos de la Semana Santa oriolana, participando de su más íntima esencia, condicionada, sin duda. por el peso de la tradición.

Cuando el reloj marca las diez de la noche de cada Miércoles Santo el júbilo popular se apodera de sus cientos de cofrades. El Lavatorio va a salir a la calle, San Pedro Arrepentido expectante, mientras la Señora, la Virgen de la Esperanza, espera en su radiante Paso. Es el momento cuando empiezan a ponerse los ojos brillantes y comienzan a saltar las lágrimas junto a las primeras oraciones a nuestra Virgen, la que no conoce clases ni ideologías, afanes ni egoismos, es la Virgen de la tolerancia y del amor al prójimo.

Con estos principios no puedo creerme todo lo que está pasando en el seno de la Cofradía de El Lavatorio, mi cofradía del alma. La actualidad trae algunos acontecimientos que le acercan a uno al límite de la credibidlidad de lo que está ocurriendo.

Resulta que unas discrepancias entre algunos directivos y el cofrade Mariano Torres, el pasado Viernes Santo, respecto a una cuestión de orden con relación al calzado inadecuado que presentaba una niña a la hora de iniciarse la procesión y alguna palabra inadecuada y más alta que otra, quiero pensar que de ser cierto sería por ambas partes, ha sido, al parecer, la causa por la que se produce la expulsión fulminante del cofrade Mariano Torres.

No voy a ocultar mi desagrado y mi desacuerdo por la forma en que se produce la expulsión, entiendo que ha debido existir, caso de que todo fuera verdad, habrá que saber todo lo ocurrido por ambas partes, un apercibimiento o amonestación previa y, sobre todo, en un caso como el que nos ocupa, darle el carácter interno para evitar el increíble escándalo que ha producido. Verdaderamente, no se corresponde con una conducta intachable ni con el espíritu de lo que ha sido siempre nuestra cofradía de El El Lavatorio.

No puedo olvidar que la actitud de la Junta Directiva ha sido siempre llevar con inteligencia y sosiego una trayectoria impecable, salvando contratiempos y grandes dificultades cuando las han habido, sin la menor notoriedad. Esa es la labor del directivo, el que actúa con serenidad dejando a un lado arcaicas intransigencias, propias de otras instantancias y de otros tiempos. El poder debe ser generoso.

Por otra parte, lamentar que la expulsión del cofrade Mariano Torres esté haciendo correr tanta tinta, que dicho sea de paso, y tantas adhesiones y llamadas de afecto que se están produciendo. No voy a ensalzar la figura de Mariano Torres. No la necesita. Su trayectoria le acredita. Se le ha hecho un daño irreparable con una acusación increíble, " el que esté libre de pecado que tire la primera piedra ". Daño a su persona, a su familia y a todo lo que le rodea.

Resulta penoso que por un desacuerdo sin más valor que lo cotidiano se vea afectada la buena imagen de la Cofradía de El Lavatorio. Muchos cofrades no podemos permanecer callados frente a este despropósito. No es justo que asuntos de marcado sello de carácter personal, invadan y pongan en tela de juicio la estabilidad de una Cofradía emblemática y de tanto prestigio como El Lavatorio.

Finalmente, decir a todos: que tratéis de llevar a buen puerto los asuntos que os mantienen distantes, por la vía de la concordia pacífica y llevados del espíritu cristiano que debe caracterizar a quienes proclaman por las calles el Evangelio de la Redención en los desfiles procesionales.

Quiero citar una pregunta que San Pedro dirigía a los cristianos de Corinto: " ¿ No hay entre vosotros ningún entendido que pueda arbitrar entre hermanos ?".

Creo que sois perfectamente capaces de arreglar este mal asunto.

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