jueves, 10 de abril de 2008

EL CASCO ANTIGUO

Parece que eso de "vender" las excelencias turísticas de Orihuela no interesa a todo el mundo, especialmente a aquellos que por norma protestan de todo o están enfrascados en asuntos personales que al no tener resonancia pública no reparan si se hace daño a la buena imagen de la ciudad o si se tira por tierra todos los esfuerzos. En estos momentos de crisis, algunos lo llaman de desaceleración, no hay más que dar una "vuelta a los puentes " y verán como está el comercio, cuando éste, desde siempre, ha sido el motor de nuestra economía y para que hablar de los "ladrillos".
No me cansaré, llevo mucho tiempo haciéndolo, de proclamar la importante oferta turística que el municipio oriolano puede hacer al visitante más exigente, tratando, aunque modestamente, de buscar una motivación colectiva que pudiera generar un interés común de progreso para Orihuela. Divulgando, sobre todo, los valores donde se aúnan: patrimonio, cultura, playas, turismo y otros que significara la fuerza motriz de un movimiento económico y social que va a hacer falta más que nunca.
Si se editaran conjuntamente todas las ponencias y todos los estudios que se han hecho sobre el Casco Antiguo, si pudieran recopilarse la totalidad de proyectos inacabados y sus buenas intenciones, el resultado sería capaz de llenar una enciclopedia.
Sin embargo, esa proliferación de estudios a lo largo de muchos años, tiene otra lectura menos positiva que demuestra la indefinición permanente que con sus cautelas y contradicciones, Orihuela ha perdido muchas oportunidades que a su vez ganaron otras ciudades con centros antiguos menos interesantes que el oriolano. Claro que siempre nos queda el consuelo pírrico de aprender de experiencias ajenas.
Aquí, nos hemos movido entre la intuición de la necesidad y el miedo a definir nuevos usos, a derribar para abrir nuevos espacios, a salvar lo salvable, a restringitr el tráfico con una ordenada peatonalización así como una adecuada modernización de los servicios.
El Casco Antiguo oriolano está perdiendo la oportunidad de fijar una ruta turística peatonal de un valor incalculable, diría, única en toda la Comunidad Valenciana. Gracias al empuje, todo hay que decirlo, de las últimas actuaciones públicas: Palacio de Vía Manuel, Santo Domingo, Catedral, iglesias de Santas Justa y Rufina y de Santiago Apóstol y las privadas como el Palacio del Marqués de Rafal, pero falta por resolver el asunto del Palacio Episcopal que tan extraordinaria exposición acogió durante "La Luz de las Imágenes" que, por cierto ha servido de poco o de nada.
Muchos somos los que estamos convencidos de que Orihuela necesita una ordenación urbanística en el entorno del Casco Antiguo, sobre todo, en la calle "Miguel Hernández", antes Arriba, establecer unos criterios de diseño para un futuro inmediato y, sobre todo, estar dispuestos a poner en valor un patrimonio sin igual, que muy bien, pudiera suplir otras carencias que se van a producir ante esta irreversible crisis económica que se avecina.
Cuandos las barbas del vecino.........