lunes, 29 de septiembre de 2008

LA TIENDA DE LA ESQUINA

La crisis, el conformismo, el riesgo, la fuerte competencia con las grandes superficies y, si me apuran, la falta de ilusión, hacen imparable la carrera de cierre de pequeños comercios y, sobre todo, de la tradicional " tienda de la esquina ".

El pequeño comercio, como Mambrú, se va a la guerra y uno por menos no puede decir aquello de.." mire usted, mire usted que pena...". Lo más probable es que no haya que esperar mucho tiempo para empezar a echarle de menos. Y esto no lo digo a humo de paja. Todos recordamos esos pequeños comercios donde se vendía el pan junto a otros mil productos alimenticios. Era la clásica tienda que venía a cubrir esas exigencias de última hora que se suscitan de forma cotidiana en un hogar.

Posiblemente nos habíamos acostumbrados al tendero de la esquina, simpático y correcto que sabe que su objetivo es venderte, no sólo el producto sino también, la imagen de su establecimiento para que se convirtiera en tu " tienda amiga ".

Pues bien, la llegada de las grandes superficies también ha ido cortando la existencia de esos pequeños comercios. No teníamos la necesidad de tener que meter dinero en ningún carrito para efectuar la compra, aparte de ponerte una multa de un euro caso de no devolver el carro.

Además debes cubrir toda una serie de rituales inevitables: la difícil localización de los productos, coger una cesta o un carro, cargar con muchos más artículos de los que en principio pretendías comprar, hacer cola para pagar, pedirle a todos los santos del cielo que la hastiada cajera no se equivoque ante la avalancha de clientes.

No cabe duda que estos grandes establecimientos con sus señuelos y ofertas han ido provocando el cierre de muchos pequeños comercios. Claro que no faltará quien diga: también desaparecieron los sastres.

Es evidente que el comercio oriolano debe espabilar y hacer un gran esfuerzo y, sobre todo, confiar en él mismo. Orihuela tiene capacidad para ser un gran centro comercial abierto. Los puntos en los que tradicionalmente se han apoyado han sido: el trato eficaz y la amabilidad de comerciantes y empleados y la calidad del servicio que se prestaba, aunque, desde mi punto de vista, su gran asignatura pendiente, es la postventa.

Un comercio tradicional pegado a sus clientes de " toda la vida " y que ahora debe luchar con uñas y dientes para defenderse de la crisis y de las grandes superficies. Un comercio obligado a ser competitivo y que centre su filosofía en su actualización tecnológica y en la calidad de sus productos. Un comercio, en definitiva, que intente dar satisfacción plena a cualquier comprador que cruce el umbral de su establecimiento.

De no ser así, cuando " Mambrú " vuelva de la guerra, la globalización se habrá tragado a la tienda de la esquina. ¡ Qué pena, no !.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que renovarse Antonio. Tampoco eran tantas las bondades de la tienda tradicional. Yo, particularmente, prefiero comprar en unos grandes almacenes. Nadie te presiona para que te quedes algo. Pruebas, repruebas y requetepruebas una y mil veces, y si al final te convence te lo llevas. Pero, si cuando llegas a casa te das cuenta que la prenda que has adquirido es muy parecida a la que tenías en el fondo del armario, vas y la devuelves sin problemas recogiendo de nuevo tu dinero (si la pagaste en metálico), o el abono correspondiente si la pagaste con tarjeta.
El comercio tradicional una vez mete dinero en la caja ese ya no sale. El dependiente te insiste contínuamente para que compres lo que tú no deseas y trata por todos los medios de convencerte. Si le dices que una chaqueta te está estrecha y no tiene otra talla mayor te da la tabarra para convencerte de que ahora se llevan así... ¡En fin! Un coñazo.
Yo no suelo ir a una tienda a que me sonrían ni me den la cova, voy a comprar y, por encima de la opinión del dependiente, está la mía que soy el que paga.
En este artículo no puedo darte la razón, lo siento.
Un oriolano ausente.

Anónimo dijo...

Hola Antonio, entro a tu blog con frecuencia y disfruto leyendo tus escritos.
Yo sigo comprando en las tiendas tradicionales, porque tienen la calidez que les falta a las grandes superficies ,hay un trato personal y si eres cliente fijo, incluso te dejan las cosas para probar en casa, pero sobre todo, porque el dinero revierte en el comercio de la ciudad, lo hago aquí y en todas las que he vivido.
Para mí sería una pena que desaparecieran.
Saludos.
Una oriolana que ha vuelto a sus raices.